A veces nos sentimos mal y sabemos la causa. Sabemos que fumar, beber alcohol, cervezas,… o tomar algún tipo de alimento no nos hace bien pero no tenemos voluntad para dejarlo. Y mientras nuestro cuerpo aguante, vamos a seguir poniéndolo a prueba.

Hay que saber que nuestro cuerpo vive, básicamente, gracias a la química que le proporcionamos a través de lo que comemos, de lo que respiramos y de lo que pensamos.

Como “comer” significa todo lo que entra y pasa a formar parte de nuestro ser y nuestros sentidos nos inundan de .

Comemos con todos los sentidos y por eso, vivimos sobreestimulados, empachados.

Y nuestro laboratorio interno, que es el encargado de asimilarlo todo para hacerlo útil a nuestra vida, termina realmente desordenado e, incluso, agotado. Cuando nos damos cuenta, hemos enfermado.

En general, nos asusta la palabra quimioterapia asociada a tratamientos penosos y difíciles de soportar para la persona que tiene que someterse a ella. Tranquilos!

La palabra quimioterapia (química terapéutica) significa, en sí, terapia o cura a través de la química.

Tal y como sabemos por testimonios propios y ajenos, por la quimioterapia convencional se sufren los efectos secundarios de náuseas, cansancio y un sabor desagradable que hace difícil comer aquello que, antes, tanto nos gustaba.

Y nos vemos privados, por una fuerza mayor y sin poder evitarlo, de nuestros gustos y, dicho sea de paso, de nuestros pequeños vicios, en la comida, en el fumar y a veces, en no tener las fuerzas ni para caminar.

Mientras estemos libres de una enfermedad que nos condicione a tener que recibir estas dosis de química ajena a nuestra naturaleza, para curarnos, podemos auto-inyectarnos unas buenas dosis de la química que nuestro organismo necesita.

Tengamos una “buena química” y nunca mejor dicho.

Esta quimioterapia sanadora y liberadora la recibiremos:

  • al comer lo que nos hace bien y evitando lo que nos intoxica y disfrutándolo, porque nuestro gusto y nuestro paladar no están alterados;
  • evitando el estrés y pensamientos negativos que nos acidifican la sangre y disfrutando de más paciencia y serenidad;
  • haciendo vida al aire libre, respirando correctamente y agradeciendo recibir el oxígeno de las plantas y de los árboles;
  • caminando para que no se acumulen las toxinas que el cuerpo va fabricando, para que la sangre circule bien, para que la vida fluya,…
  • descansando lo necesario y agradeciendo que nuestro cuerpo tenga las horas y el placer de recuperarse;

Y sentiremos que no son privaciones, o deberes, o dietas que nos han de privar de lo que gusta porque no nos conviene.

Nos estaremos dando nuestra quimioterapia particular.

Sentiremos que estamos siendo nuestros mejores médicos, nuestros mejores sanadores y que, seguramente, tendremos más posibilidades de evitar aquella otra quimioterapia que tanto nos asusta.

Así que, mientras vamos “educándonos” en nuestra salud, nos repetiremos tantas veces como nos haga falta, que estamos procurándonos las dosis de quimio que necesitamos para nuestra sanación. Vamos a recetarnos, ahora que podemos decidir, unos remedios agradables:

  • vamos a observar qué alimentos comer para curarnos esas pequeñas molestias, saber qué nos hace bien y las cantidades que nos sientan bien, ahora que nuestro paladar disfruta.
  • vamos a descansar ahora que podemos escoger cuando nos acostamos y cuando nos levantamos, pensando en esta necesidad vital, ahora que el dormir es un placer.
  • vamos a respirar correctamente y, siempre que podamos, un aire bien limpio, ahora que nuestra vitalidad nos lo exige.
  • vamos a borrar todos aquellos pensamientos contaminantes que sabemos nos van a causarnos malestar, ahora que necesitamos tener la mente desocupada para seguir aprendiendo…

Decididamente ahora y no cuando sea tarde, ahora porque nuestro médico interior nos lo receta, porque lo necesitamos sí o sí.

Daremos las gracias a este doctor que, aunque nos ha recetado una química a la que, por inconsciencia, nos resistíamos de entrada, nos ha sabido curar a tiempo muchas de las dolencias que arrastrábamos y nos ha hecho comprender que es mejor eso, que entrar en una lotería en la que nos jugamos el tener que soportar otros efectos secundarios de algo que no son las pequeñas y liberadoras dosis de quimioterapia de la salud,.