Con demasiada frecuencia mantenemos situaciones que no deseamos pero que por comodidad, amor propio, educación o miedo, soportamos estoicamente, incluso sabiendo que nos hacen daño.

Situaciones que, mirándolas serenamente, son tan absurdas como tener una brasa candente en la mano y pasarla de mano en mano, quemándonos, soplando, gritando de dolor y angustiados,… en vez de soltarla!

Y es que, mientras pensamos qué hacer o no hacer, qué decir o no,… el tiempo y la vida van pasando de largo.

En situaciones como estas, se debe ser lo suficiente inteligente como para no razonar, para no buscar nada y simplemente, echar fuera la tensión que provoca la niebla anímica y mental.

Hace falta desencallar esta energía poderosa de la persona y avanzar!

Es urgente poder soltar estas situaciones que nos queman, que nos cargan, que nos bloquean, que nos asustan, que nos agotan,… para poder realmente vivir!

Con una mente impresionada por algún conflicto, con una preocupación, cansancio, etc… es imposible encontrar la solución correcta. Sencillamente porque no se está lo suficiente lúcido para hacerlo.

Aquí entra el Zen Dinámico: la expulsión del «virus» interno que nubla la vista.

Más tarde, cuando la «fiebre» haya bajado, será momento para buscar causas y soluciones.

El Zen Dinámico tiene que ver con una ruptura, con una energía muy fuerte, aparentemente violenta, que despierta y desinhibe.

Con unos movimientos y gritos controlados, expulsas, vacías lo que te invade por dentro y te hace daño y, también, lo que quizá no sabes, pero está ahí.

Prueba uno de los ejercicios:

Afianza tus pies en el suelo. Sitúa los puños cerrados encima de los pectorales. Dispara un puñetazo al aire, hacia adelante, estirando completamente el brazo, a la vez que gritas “sha” muy fuerte y rápidamente, sin tiempo a pensar, el otro brazo.

Sigue unas 20 veces y luego permanece completamente estático, como una estatua, escuchando el efecto de tu decisión.

Esto debe hacerse con firmeza, ni con demasiada fuerza (tensión), ni con demasiado poca (inseguridad).

El Zen es un arte de contrastes, como el estallido del trueno y la calma que queda tras la tormenta y es dinámico porque no nos entretenemos y participamos intensamente de este contraste: a veces somos este trueno y otras, esta profunda calma.

En el Zen Dinámico, cada gesto, cada grito, es una orden personal por encima del consciente y del inconsciente, a cada neurona del propio cerebro, una orden violenta para exigir que acabe la lucha, que venga la PAZ.

Y otra sugerencia que ayuda a desencallar tus dudas:

¿Porqué no pruebas de tirar una moneda, a cara o cruz?

Haz una pregunta y ya verás que, tanto si sale cara como cruz, tu verás mucho más claro lo que realmente quieres.

Salga lo que salga, tendrás tu respuesta.